La importancia de los juegos cooperativos en la construcción de una cultura de paz


 

Docentes y directivos de la escuela Nº 880 “Domingo Silva” de la ciudad de Santa Fe participaron de esta nueva actividad dela Redde escuelas y organizaciones para una cultura de paz.

La Mediadora Irina Chausovsky y la Profesora de Artes Visuales y facilitadora de juegos cooperativos Pamela Villarraza brindaron un taller acerca de la posibilidad de los juegos cooperativos en la resolución de los conflictos.

 

Docentes y directivos de la escuela Nº 880 “Domingo Silva” de la ciudad de Santa Fe participaron de esta nueva actividad dela Redde escuelas y organizaciones para una cultura de paz.

La Mediadora Irina Chausovsky y la Profesora de Artes Visuales y facilitadora de juegos cooperativos Pamela Villarraza brindaron un taller acerca de la posibilidad de los juegos cooperativos en la resolución de los conflictos.

Empezamos jugando, conectándonos, uniendo nuestras manos, conociéndonos entre todos, contando quiénes somos y quiénes nos hubiera gustado ser.

Reírse, cantar, aplaudir, bailar, saltar son cosas que identificamos inmediatamente con el jugar cooperativamente, pero ¿qué sentimos en relación con el conflicto? El conflicto nos abruma y lo asociamos generalmente con algo negativo, violento, problemático, caótico, triste, doloroso. Esto se debe a que culturalmente el conflicto siempre estuvo relacionado con algo negativo, por lo cual tendemos a alejarnos de esas situaciones.

“La propuesta de este taller es empezar a trabajar con una idea un poco más neutra del conflicto, desde una mirada más despojada de valoraciones. Entendiendo que diferencias tenemos todo el tiempo porque somos distintos y pensamos distinto. El conflicto existe en toda relación, pero el interpretarlo desde esta mirada más neutra, nos brindará la posibilidad de aceptarlo como tal y de poder acercarnos a él, entendiéndolo como posibilidad, como oportunidad de resolver las cosas de manera diferente, de probar nuevas estrategias, de arriesgarnos a ser diferentes y animarnos a reaccionar de una manera distinta a la ya aprehendida”, explica Irina Chausovsky.

Despojarnos de nuestras certezas y del hecho de querer imponer nuestra propia forma de ver las cosas, para tratar de alcanzar un espacio común de consenso, es lo que proponen las facilitadoras.

En las situaciones de conflicto tendemos a actuar a partir de nuestras certezas, nos defendemos a partir de ellas y no escuchamos las razones que el otro tiene para decirnos. La certeza se vuelve carga, nos afecta negativamente y nos bloquea de tal manera que ya no escuchamos al otro.

Nos cerramos y atacamos a partir de esas certezas. Por eso, una actitud muy útil y liberadora en la vida es despojarse de ellas y partir siempre desde la pregunta, sabiendo que las incertidumbres existen y abriéndonos a que la posibilidad de que se nos plantee algo distinto a lo que nosotros ya traemos.

Jugarnos al conflicto

“El jugar es una potencialidad del ser humano en todas las instancias de la vida. No se trata de abandonarlo en la infancia, sino de vivirlo durante todas las etapas en el sentido de jugarnos, jugarme más que jugar. Probar permanentemente, animarme a ser como quiera. El manejo del conflicto, al igual que el juego, tiene que ver con el animarnos a lo distinto. Lo que solemos hacer con los conflictos es anclarnos. Decimos: con mi marido siempre reacciono de esta manera, en el trabajo... y pareciera que no tenemos miras de cambiar, cuando en realidad casi como un juego, podemos empezar a modificar ciertas cosas”, expresa Pamela Villarraza.

Durante el taller, los docentes y directivos se animaron a jugar, se dieron la posibilidad de reír, de recuperar aquello que había quedado un poco olvidado, lo que evidenció que siempre hay tiempo para jugar, para empezar a pensar o repensar aquellas actividades que se vienen planteando dentro del aula, los espacios que se habilitan y los valores que se acompañan.

El conflicto y el juego no son opuestos. Apostamos a un modo de juego cooperativo, solidario, colaborativo que evidencia también un determinado modo de acercamiento al conflicto, donde se plantee el diálogo, la mirada, la resolución, antes que la imposición por el grito o la competencia.

“La paz, al igual que la guerra, se construye. Está en nuestras manos facilitar herramientas a los chicos para que ellos mismos puedan resolver de otra manera las situaciones. Acercándose al conflicto para encontrar, a pesar de las diferencias, la forma de relacionarnos en un espacio común donde nadie gane o pierda, sino en el que todos cooperen en pos de un objetivo común”, concluyen Irina y Pamela.

Palabras que quedan

Repensar, animarse al cambio, oportunidad, amor por la docencia son las palabras que salen de las voces de los docentes y directivos y quedan dando vueltas en el aire.

La posibilidad de aportar nuestro pequeño grano de arena, lo voluntad de contribuir a transformar una cultura de paz son los objetivos dela Redde escuelas y organizaciones para una cultura de paz.

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